Rey errante. Eneas camina descalzo sin reino. Su castigo. Su pecado capital.
Virgilio lo sabía. Ni el espejo de plata ni la máscara de oro era suficiente botín y el filo de la daga habló por él.
– ¡Oh mi señor! ¡¡Cómo puedo alzarme como un dios de la guerra si mis palabras y mis labios nacen de la tierra!!
Pero su poesía se convirtió en deidad y Eneas por un instante se vio dios.
Rey errante. Eneas camina descalzo sin reino. Su castigo. Su pecado capital.